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Las puertas de entrada deben elegirse entre los elementos clave puestos de relieve en el análisis del capital territorial y las interacciones entre sus componentes y que se consideren prioritarios, ya sea para valorizar una especificidad, corregir un desequilibrio, aprovechar una oportunidad, poner fin a una amenaza, etc. Para optimizar el efecto buscado, se pueden entonces concentrar recursos financieros en una serie de acciones ejemplares, conectadas entre sí, orientadas a la producción de un efecto demostrativo. Se pueden también combinar acciones innovadoras con acciones que lo son menos, pero que, de forma conjunta, produzcan el resultado buscado.

A diferencia de esta estrategia de “puertas de entrada”, se encuentra la denominada “del sembrador”, que consiste en lanzar acciones en varias direcciones, esperando que una u otra logre “germinar”. A menudo se adopta en los territorios que sufren bajas capacidades de iniciativa: el hecho de trabajar para el fomento de todo tipo de iniciativas favorecerá el desarrollo de capacidades que permitan a continuación orientar las acciones en un sentido más preciso.

Desde un punto de vista práctico la principal lección son que se pueden aprender del LEADERes que una estrategia tiene que seguir un proceso que incluya:

Un hilo conductor , que está representado por los elementos específicos del territorio, para valorizar las especificidades del territorio, y que sólo muy pocos pueden aún apostar por productos y servicios estandarizados. 

Un enfoque centrado en la idea de proceso y en una visión integrada del conjunto que se inscribe en el tiempo y en el espacio, sin “quemar etapas”. Las acciones se enriquecen progresivamente y se conectan en un orden lógico, volviéndose al mismo tiempo cada vez más elaboradas. Una visión sistemática global es un elemento clave de la estrategia territorial. Tiene por objeto comprender cuáles son las interacciones que deben crearse entre elementos dispersos; las acciones aisladas, no inscritas en un enfoque sistemático, son raramente positivas, sobre todo en territorios con una estructura de población caracterizada por la dispersión y la insuficiencia demográfica.

Un enfoque sistemático permite ir más allá de las aproximaciones de carácter “simplista” para pasar a aproximaciones de tipo “incentivador”, como, por ejemplo, la reagrupación de distintas categorías de agentes entorno a un proceso concertado.

Una aplicación orientada hacia la búsqueda sistemática de efectos multiplicadores, que son de varios tipos; puede tratarse de:

  • acciones de efecto incentivador para otros proyectos, como, por ejemplo, el lanzamiento de una marca, de una empresa de comercialización, la creación de un centro de informaciones turísticas, etc.;
  • acciones innovadoras que pueden reproducirse sin modificaciones cuando el mercado es suficientemente amplio para absorber otras iniciativas del mismo tipo (lanzamiento de un nuevo producto que puede convertirse en símbolo del territorio, por ejemplo);
  • acciones no reproducibles pero que aplican nuevas prácticas o formas de organización, pudiendo por lo tanto ser objeto de transferencia parcial a otros sectores o actividades.

L. Van Hemerlyck (2002) pone particular atención en el mejoramiento de:

  • las condiciones locales de desarrollo (la infraestructura territorial, el medio ambiente, los servicios, la identidad y la imagen, la educación y la cultura)