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Resumen

El territorio ha llegado a ser el lugar de la creación de la ‘cadena de valor’ y favorece la gestión de este valor agregado. La verdadera cuestión es la de la sostenibilidad política, que, como consecuencia, es también una cuestión de cómo los actores locales dominan el valor agregado que se produce en el territorio.

Este valor requiere una governanza sostenida por procesos participativos y la concentración, en la dirección de ‘pactos sociales compartidos’ que apunten a un desarrollo basado en la valorización del patrimonio territorial, para generar una competitividad sistemica.

Una gobernanza que requiere eficiencia en las operaciones internas a las empresas, pero también externas, que son luego internas a la economía territorial, y a los agrupamientos de empresas, proveedores, clientes, proveedores de servicios, consumidores.

Con M. Porter se destaca que los agrupamientos representan una especie de nueva organización espacial entre mercado y jerarquía, como una alternativa de organizar las cadenas del valor. En comparación con las transacciones comerciales entre empresas dispersas y vendedores y compradores causales, la proximidad de las empresas y de las instituciones dentro un determinado territorio facilita una mejor confianza y una mejor coordinación

Las cadenas de valor, además, proveen oportunidades para la gente sin recursos, por que

• pueden ser involucrados en un sistema o pacto territorial, especialmente cuando el objetivo de la inclusión es compartido por todas las partes interesadas, como una herramienta con la cual utilizar todos los recursos escondidos del territorio

• en la cadena de valor, siempre existen negocios con pocas barreras para entrar en el mercado (por ejemplo, los sectores del turismo, los servicios, la agro-comida, las artesanías y el arte, etc.) y que pueden ser utilizados por gente con pocos recursos profesionales