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Pregunta número uno:
¿Cómo se puede definir el territorio?

 

Enfoque: El territorio como recurso del desarrollo

El territorio ha sido concebido tradicionalmente de maneras distintas, según las perspectivas específicas de geógrafos, economistas, sociológicos, planificadores, antropólogos, etc.

Sin embargo, en los últimos tiempos un enfoque más olístico es cada vez más aceptado, que concibe el territorio como un recurso integrado, y que incluye distintos componentes.

Específicamente, el territorio “constituye un ambiente de conocimiento y de información que permite que las empresas entren en una competitividad basada en el aprendizaje debido al acceso cotidiano a los recursos relevantes (por ejemplo, la información, el conocimiento, la tecnología, las ideas, la formación y las habilidades) a través de redes de dependencia mutua, de instituciones formales de formación y de los entendimientos comunes que rodean las empresas individuales (A. Amin, 1998).

 

R. Camagni (2002-1) define el territorio en las siguientes maneras:

  • un sistema de relaciones sociales y económicas, que forman el capital relacional (Camagni, 1999) o el capital social (Putnam, 1993; World Bank, 2001) de un espacio geográfico determinado.
  • un sistema de governanza local, que reúne una colectividad, un conjunto de actores privados y un sistema de administraciones públicas locales en un proceso de “aprendizaje colectivo” (Camagni, 1991a; Capello, 1999; Keeble, Wilkinson, 1999): estos procesos producen un crecimiento de conocimiento “socializado,” que está incorporado no sólo en la cultura interna de una empresa individual sino fundamentalmente en el mercado laboral local (o, como solía decirse, en el ámbito industrial local)
  • un sistema de exterioridades tecnológicas territoriales, por ejemplo, una combinación de factores materiales e inmateriales que, gracias a su proximidad y la reducción de costos de transporte resultante, pueden llegar a ser también exterioridades pecunias; estos incluyen los “costos reducidos de transacción, las economías de escala de aglomeración, y las ventajas de habilidad o de tecnología asociadas con la especialización. La opinión de Krugman y Porter (opuestos a sus colegas neo-clásicos) es que las economías externas, la mano de obra calificada y la innovación tecnológica están geográficamente concentrados, y que dicha concentración ofrece algunos de los factores claves para el crecimiento y la competitividad (incrementando el rendimiento, la formación de capital humano, el progreso tecnológico), ha ganado una influencia notable” (A. Amin, 1998).

 

R. Bramanti (1998) confirma esta definición, elucidando que el espacio no es, entonces, solamente un objeto que contiene las actividades económicas, ni es solamente un factor de producción. Es también un espacio relacional, capaz de implementar y descomponer los estímulos, las formas de difusión y las dinámicas de ajuste en un sentido amplio. Para él, el territorio es, en específicamente:

  • el punto de nacimiento de la tecnología y la innovación, por ejemplo, el avance desde los procesos de reparto de recursos otorgados a un proceso colectivo de juntar y formar recursos específicos (Gaffard, 1990);
  • un lugar para coordinar actividades industriales, un enlace entre economías territoriales externas y trayectorias organizacionales y inter-organizacionales de empresas (Veltz, 1993);