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Pregunta número 6: 
¿Cómo pueden competir los territorios marginales 
en la economía global?


Enfoque : la ventaja competitiva y la competitividad sistémica 


Resumen

Esta pregunta implica de dos elementos que no son fáciles de reconciliar:

  • la competitividad , que implica la disponibilidad de algunas ventajas competitivas, para vender productos y servicios en el mercado global
  • la brecha enorme que existe entre los países desarrollados y en vías de desarrollo

Esto es, no obstante, controvertido.

F. Alburquerque (1999) resume los términos del problema en lo siguiente:

“a) el cambio estructural; b) la creciente globalización de importantes sectores de la economía internacional, en un contexto caracterizado por la desregulación financiera; c) la mayor apertura externa de todas las economías; d) la emergencia de bloques geoeconómicos como forma de respuesta a las mayores exigencias competitivas existentes y a la necesidad de ampliar mercados; y e) las recurrentes prácticas de neoproteccionismo, en contraposición a las declaraciones habituales en favor del librecambio. Todo lo cual plantea mayores exigencias de competitividad, adicionalmente a los retos de mayor eficiencia productiva o productividad correspondientes a la fase de transición tecnológica estructural arriba señalada.

Sin embargo, a pesar de las frecuentes simplificaciones que a menudo suelen realizarse en sentido contrario, el sistema económico mundial está lejos de constituir "un mercado único y globalizado". En su lugar, hay que insistir en que coexisten en el citado sistema económico mundial un núcleo globalizado de actividades dinámicas cuyo ámbito de mercado es, en efecto, el mercado mundial, junto al cual existe también un grupo mayoritario de actividades económicas que se desenvuelven en mercados locales o nacionales.

Según cifras oficiales del Banco Mundial (1999), las exportaciones de bienes y servicios a nivel mundial suponen en 1997 solamente el 21% del PIB total en el mundo. Igualmente, según la misma fuente, la suma de las exportaciones e importaciones de mercancías en porcentaje del PIB, en 1997, es del 29,6%. Esto quiere decir que la parte del producto mundial que no es objeto de transacciones comerciales internacionales es superior a las dos terceras partes del total de dicho PIB mundial. Hay que tener en cuenta, además, que dichas cifras constituyen solamente una aproximación a la producción mundial real, ya que dejan fuera, entre otras, las actividades productivas de autoconsumo o trueque, las cuales son una parte importante en amplias zonas de los países en desarrollo.

El sistema productivo mundial está constituido, por tanto, por un conjunto heterogéneo de actividades, parte de las cuales integran el núcleo globalizado del mismo (como un mosaico de subsistemas locales de producción y eslabonamientos productivos de diferente calidad en términos de relaciones laborales, vinculados en redes globales de empresas), junto a otro núcleo diverso y mayoritario de actividades que se desenvuelven en ámbitos y mercados locales y nacionales, protagonizadas de forma predominante por microempresas y pequeñas y medianas empresas.

Es importante, pues, no confundir los desafíos del proceso de cambio estructural con los condicionantes y exigencias de la globalización, aunque debe reconocerse que existe interdependencia entre ambos aspectos, es decir, los cambios tecnológicos tienen también una influencia importante en el aliento del proceso de globalización, del mismo modo que las mayores exigencias de competitividad en los mercados internacionales inducen igualmente a adoptar innovaciones para alcanzar mayores niveles de eficiencia productiva. Pero dicho esto, es claro que los citados procesos se refieren a esferas diferentes, siendo los cambios estructurales un aspecto que apunta esencialmente a la producción (y a retos relativos al logro de mayor eficiencia en productividad), mientras que la globalización se refiere esencialmente a la circulación en los mercados internacionales y a exigencias relativas a la competitividad en ellos.