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Pregunta número 2: 
¿Porqué tiene el territorio tanta importancia como un factor del desarrollo?


Enfoque: los nuevos factores de localización, el ambiente de innovación y las redes locales

La base de las estrategias de desarrollo y de las políticas de reequilibrio territorial había sido - como explica G. Garofoli (1994) - durante un largo período de tiempo el paradigma del desarrollo polarizado, según el cual el desarrollo era posible gracias a la continua expansión de las grandes empresas industriales localizadas preferentemente en los grandes centros urbanos, ya que la tipología de la innovación tecnológica introducida, las políticas económicas y la construcción de las infraestructuras consentían la consecución de economías de escala y externas. Dicho paradigma ha entrado en crisis y ha sido sustituido por el del desarrollo desde abajo, en el cual el espacio asume la connotación de territorio, de un factor estratégico de la oportunidad de desarrollo. Más explícitamente, el territorio representa el punto de encuentro de relaciones que operan estrechamente en el ámbito de las reglas de mercado y de formas de regulación social que determinan modalidades diversas de organización de la producción y capacidades diferentes de innovación que dan lugar a una diversificación de los productos, los cuales se presentan en el mercado no simplemente sobre la base del coste relativo de los factores.

A. Vazquez Barquero (2002) presenta el concepto del ‘efecto de eficiencia H,’ un factor cumulativo que proporciona sinergia a los varios elemento de localización, tales como “la difusión de las innovaciones y del conocimiento, la organización flexible de la producción, el desarrollo urbano y el desarrollo de las instituciones que generan mecanismos que hacen más eficiente el funcionamiento del sistema productivo. Cada uno de estos factores se convierte en un factor de eficiencia en el proceso de acumulación de capital, ya que favorece, en una medida u otra, las economías de escala, las economías externas, las economías en los costes de transacción, lo que genera un aumento de la productividad y propicia la aparición de rendimientos crecientes.”

Vazquez Barquero considera que: “Las ciudades y regiones tendrán, probablemente, más éxito en sus procesos de crecimiento y cambio estructural cuando todos los factores actúan conjuntamente, creando sinergias entre ellos y reforzando su efecto sobre la acumulación de capital. Se puede decir, entonces, que los factores de acumulación forman un sistema, que se puede denominar factor de eficiencia H que permite multiplicar el efecto de cada uno de los factores que determinan el proceso de acumulación, dando lugar a un efecto ampliado H. De aquí, que se pueda argumentar la existencia de rendimientos crecientes cuando se produce el efecto H.

Los procesos de acumulación de capital requieren, en un grado o en otro, la actuación combinada de todos los factores que dan lugar al efecto H. No es posible que las redes de empresas sean eficientes mediante la reducción de los costes de transacción y la realización de economías de escala y de alcance, si las instituciones que condicionan el funcionamiento de las relaciones entre las empresas no favorecen que exista confianza entre los actores y que sea posible la competencia entre los agentes económicos y no garantizan el cumplimiento de los acuerdos formales que toman las empresas.

Es decir son las redes de relaciones que existen entre ellos las que generan, mediante la interacción, los procesos de desarrollo.

Ello explicaría las diferencias que se observan en la dinámica de las ciudades y regiones. La diferencia entre los procesos de desarrollo no está sólo en las diferencias que existen en el potencial de desarrollo o en los factores de acumulación de capital. Las diferencias en la dinámica de las ciudades y regiones residen, sobre todo, en la interacción entre los factores que inciden en el proceso de desarrollo endógeno. Las ciudades y regiones se han ido desarrollado gracias a la difusión de las innovaciones en su tejido productivo, a la organización del sistema productivo, al desarrollo de instituciones adecuadas y a las mejoras de sus infraestructuras y medioambiente. Lo que marca, verdaderamente, la diferencia entre los procesos de desarrollo de las ciudades y regiones son, precisamente, las externalidades que genera la interacción entre estos procesos.