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F. Alburquerque (2002) recuerda que “algunas versiones simplistas, las cuales propugnan aún la necesidad del desmantelamiento del Estado o las ventajas del “Estado mínimo”, cuando en realidad de lo que se trata es de su reinvención. El Estado tiene que asumir nuevos roles para asegurar mayor eficiencia y flexibilidad de funcionamiento, incorporando nuevas formas de organización alejadas del burocratismo y cercanas al territorio, en un contexto estructural distinto, que obliga a adaptaciones socio-institucionales en los procesos de regulación. La adaptación a los cambios profundos de la actual fase de transición estructural requiere, pues, esfuerzos importantes por parte de todos los actores sociales, esto es, no solamente de las empresas y el sector privado en general, sino también del conjunto de las Administraciones Públicas.

En estas circunstancias, se requiere ahora la aplicación de políticas de nivel micro y meso-económico, acompañando las políticas macro-económicas, y orientadas a asegurar la innovación tecnológica y organizativa del tejido productivo y empresarial existente en los diferentes ámbitos subnacionales o locales donde hay una mayoría de microempresas y pequeñas empresas, que no pueden por sí solas acceder a los servicios avanzados de apoyo a la producción, viendo así dificultados sus procesos de innovación productiva y de gestión “.

 

G. Canzanelli (2001) subraya el nuevo papel de los Estados Centrales (que son demasiado chicos para la globalización y demasiado grandes para las estrategias de desarrollo económico) que está emergiendo donde la desvalorización de las decisiones al nivel local es el tema clave. Los gobiernos nacionales tienen, por supuesto, responsabilidades amplias, porque son capaces de estimular, impulsar y apoyar el desarrollo de iniciativas locales sistemáticas; tienen que proporcionar el esquema regulatorio y las estrategias nacionales en las cuales tienen que caber las políticas locales, y también tienen que controlar, compensar y poner en equilibrio a las distintas iniciativas locales.

Es, de hecho, evidente que el desarrollo económico local no puede llegar a ser egoísmo local, y en esto el papel del estado central es básico.

Este papel podría ser jugado en relación con muchos temas, tales como: el marco regulatorio, la promoción, el monitoreo, los instrumentos, la internacionalización, la educación, la asignación de recursos financieros.

Un marco regulatorio nacional se debe establecer para lograr la eficiencia de las iniciativas económicas locales, incluyendo:

  • El establecimiento de foros locales por la planificación estratégica local y las Estructuras de Desarrollo Local (véase Inglaterra, Portugal, la Región Campania, Mozambique y Alemania)
  • Mecanismos que permitan a las autoridades locales decidir cómo gastar los recursos nacionales en temas e iniciativas económicos locales, incluyendo mecanismos de compensación para apoyar las áreas más débiles.
  • El establecimiento de fondos específicos garantizados para facilitar el acceso al crédito para la gente marginalizada
  • La coordinación de distintos ministerios nacionales que otorgue recursos a iniciativas locales, evite duplicaciones y armonice el uso de fondos, incluso coordinando el uso de recursos de cooperación internacional, para evitar duplicaciones y armonizar el uso de los fondos.