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El buen funcionamiento de la red y la interacción de actores e instituciones reduce los costes de información y la incertidumbre; la transmisión expresa y tácita del conocimiento en el tejido productivo e institucional mejora la calidad de los recursos, hace más eficiente los procesos productivos y hace más competitivas a las empresas; el aprendizaje de los actores mejora los resultados de sus decisiones; la disponibilidad de instituciones que satisfacen las necesidades y demandas de los agentes y actores económicos, políticos e institucionales, facilita la coordinación en la forma de decisiones de los actores. 

Para una perspectiva económica, este nuevo enfoque consiste principalmente en la consideración de la ‘meso-economía’ como el enfoque interpretativo que se puede usar para explicar las nuevas modalidades de acumulación y competencia.

Desde hace mucho tiempo que los factores tradicionales de localización ya no son válidos. R. Coturruelo (2001) lo explica muy bien:

 

  • las explicaciones de carácter macroeconómico, ligadas a las interpretaciones de la dinámica del crecimiento económico
  • las diferentes visiones desde la teoría de la localización
  • las explicaciones que analizan el comportamiento y los factores relevantes en la toma de decisiones de las organizaciones empresariales.

La localización de las actividades empresariales, y en suma, la dinámica del desarrollo económico territorial, se puede entender como la resultante en el tiempo de la interrelación entre las estrategias seguidas por los diversos espacios económicos para valorizar sus recursos y activos y las estrategias seguidas por las empresas con el objeto de aprovechar unas determinadas características/ventajas locacionales para desarrollar sus propias ventajas competitivas. Los elementos de articulación entre ambas estrategias serían entonces: desde la óptica del territorio, los denominados factores de competencia espacial, y desde la óptica de las empresas, los factores de localización empresarial.

Los recursos y activos "genéricos" de un territorio corresponden al conjunto de factores tradicionales de diferenciación espacial discriminados por los precios (y por tanto, por el coste de transporte), los que pueden ser objeto de un cierto cálculo de optimización por parte de los decisores empresariales (la mano de obra no cualificada, el ahorro disponible para inversiones de capital, las materias primas sustituibles en el proceso de producción.)

Por su lado, los recursos y activos "específicos" de un territorio se corresponden con los denominados nuevos factores de localización, sujetos a criterios de valorización más subjetivos, relacionados tanto con motivos estratégicos empresariales como con preferencias personales de los decisores de la localización de las empresas (la mano de obra cualificada/especializada, el capital invertido en equipamientos productivos, el "saber como" (know how) y la cultura empresarial, la identidad e imagen territorial.)