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G. Garofoli (1994) distingue nueve distintas tipologías para el desarrollo económico local, incluyendo las áreas marginales:

  1. Áreas basadas en la presencia de grandes empresas locales o externas;
  2. Áreas con relativa desindustrialización con compensación terciaria.
  3. Áreas en crisis con fuerte desindustrialización, con un estructura productiva monocultural o diversificada y con presencia de grandes empresas o no.
  4. Sistemas de pequeñas empresas en consolidación.
  5. Áreas de desarrollo industrial extensivo, con sistemas de pequeña empresa con desarrollo extensivo o de industrialización difusa
  6. Áreas de reciente valoración industrial, con recolocación industrial o como resultado de la descentralización territorial de la producción.
  7. Áreas de valoración extra-industrial: desarrollo turístico (con fuerte presencia hotelera, o dominadas por la presencia de segunda residencia, o con estructuras receptivas periféricas, o con campings; ciudades de arte, agricultura intensiva o extensiva, o con predominio de la actividad comercial.
  8. Áreas con insuficiente desarrollo industrial (empresariado local o externo)
  9. Áreas marginales.

De una manera más general y más sistemática, A. Bramanti (1998) considera cuatro elementos básicos de la competitividad.

  1. El sistema de producción industrial es un punto de partida, y, al mismo tiempo, el resultado de la interacción entre los ‘procesos innovadores’ y las ‘relaciones de red. La modificación del entorno local suele ser el resultado de caminos evolutivos específicos y originales seguidos por las empresas líderes que se separan (por razones de cultura, habilidades estratégicas, y capacidades) de la empresas que, en el mismo ambiente, persisten en los mismos hábitos.
  2. La estructuración de los procesos de aprendizaje dentro del sistema determina, en turno, el ascenso de coaliciones progresivas o regresivas. El problema de cómo los procesos innovadores estimulan el crecimiento de un sistema económico no reside en la dimensión técnica del proceso mismo. Al contrario, reside en las formas – siempre sociales y políticas- en que un grupo de individuos reacciona al cambio.
  3. La emergencia de estructuras de governanza ‘dedicadas’ permite el uso apropiado del poder en el sistema productivo local. Muchos investigadores con distintas perspectivas se han acordado en la importancia de formas cooperativas de regulación de la economía. Espacio y recursos entonces se vuelven cruciales para la regulación, lo cual encuentra un balance difícil entre la falta de regulación local y la crisis del modelo neo-corporativo centralizado (el caso Italiano).
  4. El lugar de apoyo responde a la dimensión planificada del desarrollo y ésta se refuerza con políticas locales adecuadas (Ratti, 1991; Bianchi, 1992; Bramanti y Odifreddi, 1995; Alberton y Ratti, en Ratti, Bramanti y Gordon, 1997), que permiten que el sistema se abra sin dispersar sus habilidades, y que facilita los contactos entre los líderes locales y los agentes más progresivos.