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Empezando por lo anterior, se puede imaginar la transformación de un área rural en un sistema especializado de agro-industria; un área marginal podría explotar las atracciones turísticas para realizar un sistema integrado de agricultura, artesanía, industria y servicios. La selvicultura podría llegar a ser un recursos para el turismo y la industria maderera; una localidad geográfica especifica se podría explotar para actividades industriales y de servicios, etc.

Estos recursos, valorizados por una estrategia y un compromiso específicos y compartidos, pueden conducir a ofrecer en los mercados (puede ser gradualmente de niveles locales a los nacionales e internacionales) esos productos o cadenas de valor que compitan gracias a su especificad y originalidad. Muchas veces en estos casos la ventaja competitiva se debe al micro-clima y la biodiversidad, una cultura distinta y única (representado en las artesanías y los eventos culturales), el tratamiento biológico de la agricultura, y las viejas tradiciones en los oficios.

Vale la pena mencionar que el mercado mundial no es un sistema “a suma cero” y siempre hay espacio para nuevos productos, sobre todos productos o servicios de nicho, que sean innovativos, que responden a una marca de calidad, y que pueden movilizar una nueva demanda.

Muchas veces estos recursos no son valorizados y hay factores que impiden, tales como el acceso difícil a los servicios financieros y otros, poca iniciativa de emprendedores, y la falta de infraestructura o de medios de comercialización. El potencial endógeno disponible en los territorios marginales puede ser valorizado cuando estas dificultades son enfrentadas y resueltas.

La experiencia de las Agencias de Desarrollo Económico Local (2002) en América Latina, la África los países balcánicos confirma esta posibilidad. (veáse también la pregunta número 8).